martes, 8 de diciembre de 2009

Mit dem Bullen nach Hause

Varios policías haciendo cola para comprar pollo asado en Berlín


Berlín. Noviembre de 2009.


Escoltado por la Polizei hasta casa. Eso es lo que me pasó hace unos días tras ser sorprendido sin billete por unos revisores (vestidos de con ropa de calle) en el U-Bahn (metro) berlinés. Lo peor de todo es que lo podíamos haber evitado, pero claro, a toro pasado es muy fácil hablar. Era por la mañana e iba con Carolina, una colega que tampoco había comprado su billete. Justo mientras hablábamos de los temidos revisores, Carol se percató de la presencia de 2 de ellos en el vagón posterior al que ocupábamos nosotros. Los pudimos ver por la ventana de cristal que hay al final de los coches del metro. Decidimos bajar en la siguiente parada ya que si no nos iban a pillar seguro. Al pisar el andén me percato que somos los únicos que nos bajamos en esa estación. Los revisores, instantes más tarde, también salen del tren y apuran la sirena que indica el cierre de las puertas antes de entrar en el vagón del que salimos Carol y yo. Aquí es donde nos equivocamos. Tras comprobar cómo se volvían a montar en el metro y disponerse a pedir billetes a diestro y siniestro, nosotros, en vez de esperar al siguiente tren nos subimos de nuevo al mismo, pero un vagón más allá de donde lo han hecho los revisores. Pensándonos a salvo nos bajamos en la siguiente parada y tras bajar al andén nos asaltan los revisores cortándonos el paso con los brazos en cruz y pidiéndonos los respectivos billetes. Me dan ganas de decirles que lo acabo de tirar, pero sólo les digo que no tengo.


A partir de ahí, estos cazadores de polizontes parece que empiezan a disfrutar de su trabajo. ¡Han pillado un presa! Bueno, dos. Nos piden los 40 euros de multa con vehemencia. Parece que su sueldo dependiera directamente de que pagues en el acto. Como no pagamos amenazan con llamar a la Polizei, como si su presencia fuera a llenar mis bolsillos con el dinero que nos reclaman. Y con aires de policía secreta barata, los revisores nos conducen a una sala situada en el mismo andén, donde comienza la parafernalia burocrática que tanto gusta en Alemania.


En el cuartito intentamos omitir sin éxito la mayor cantidad de datos que nos identifiquen, pero se salen con la suya y les doy casi hasta mi talla de calzado. En seguida llegan dos agentes de policia. Con sus trajes verdes de aspecto pre-caída del Muro. Uno de ellos, a penas ha entrado en la habitación y se enciende un pitillo como si hiciera un siglo que no fumaba. Nos preguntan si escondemos armas y/o objetos punzantes antes de proceder a registrarnos a nosotros y a nuestras pertenencias. Al haber intentado de alguna forma hacernos los tontos nos tratan como tales. Intentan hacernos comprender que nos han puesto una multa por no pagar el billete de metro y que debemos pagarla antes de 10 días. Y que al usar el transporte público hay que pagar. Pagar, pagar, pagar!!! Yo les digo que si no tengo 2,10 euros que cuesta el billete sencillo, difícilmente voy a tener 40 para la multa, pero que algo se me ocurrirá. Parece que se quedan preocupados por mi precaria situación económica, pero creo que solo es una impresión. Me explican que al no tener ningún documento que me identifique, los policías deben acompañarme a casa para comprobar que no les he dado gato por liebre sobre mis datos.


Carol sí tenía su documento de identidad y no me puede acompañar en tan peculiar paseo en coche patrulla. Abro la puerta trasera y me siento en el lado de la derecha, apartando antes una gorra de policía que ocupaba mi sitio. Un agente se monta detrás conmigo y el otro conduce. Le digo mi dirección, como si se tratase del taxi más barato en el que he montado. En un par de cruces resuelvo las dudas del que conduce y le indico que "por ahí también podemos ir, que es más corto".


Durante el paseo, me preguntan por mi vida en Berlín. Me dicen que haga todo lo ya he hecho para encontrar trabajo o vivir del estado. Esto último me sorprende, que la propia policía te anime a solicitar las ayudas sociales que ofrece el estado alemán. Y yo pensaba que a los alemanes de pura cepa no les hacía ni pizca de gracia que los extranjeros disfruten de este tipo de ayudas. Otro prejuicio que tenía y que he eliminado gracias a estos agentes de la ley, que me animan a chupar del bote. Llegamos a mi calle y estoy algo más que confuso. Salimos del coche patrulla y subimos. Abro la puerta del piso con los 2 colegas a mis espaldas y antes de darme cuenta los tengo en el umbral de mi habitación. Vuelve esa mezcla de asco y odio. Les doy mi pasaporte a uno y mi DNI al otro, para que no discutan. Asienten con la cabeza y me desean mucho éxito mientras salen del piso y bajan las escaleras. No doy portazo porque aún me queda algo de educación y vergüenza. Solo pienso que la policía de mi país podría aprender algo de esta gente, aunque por mucho que la mona se vista de seda, mona se queda.

Con cierta conFusion


Berlín, Julio de 2009.


Lo del Fusion Festival no tiene comparación. No es por presumir pero he estado en algún que otro festival, sobre todo en Expaña, y semejante festivalazo, como el que viví el pasado fin de semana, no lo había visto en mi vida. No sé ni por donde empezar a contar...


Para empezar hay que decir que es un festival con más de 15 años a sus espaldas. Sin patrocinadores ni concesiones con multinacionales o grandes empresas. Podría decirse que es un festival sin ánimo de lucro, con centenares de colaboradores y trabajadores que, a pesar de las enormes dimensiones del evento, no participan con la intención de forrarse. Por 60 euros puedes disfrutar desde el miércoles hasta el lunes siguiente de la interminable y variada programación música y espectáculos. Por supuesto pasan los años y la esencia se va perdiendo, pero se sigue notando un algo que lo hace diferente.


El lugar es impresionante. Situado en mitad de la nada, a dos horas al norte de Berlín y a 8 Km del pueblo más cercano, Mirow. El recinto es una antigua base aérea rusa junto a una zona boscosa. La zona de acampada es una inmensa pradera de césped dividida en sectores para facilitar la localización de tu tienda, aunque si no esta marcada de alguna forma resulta casi imposible de encontrar. Los escenarios, con programación prácticamente las 24 horas durante los casi 5 días de festival, están situados en los antiguos hangares, cubiertos de hierba y transformados en teatros, salas de conciertos o en bares alternativos.


La variedad musical y el ambiente es lo que más me llamó la atención. Es como una aldea efímera en la que vale prácticamente todo con tal de pasarlo bien. Yo llegué un jueves por la tarde acompañado por varios amigos y abandonamos el recinto el lunes pasado el medio día. Por supuesto no falta la zona de chiringuitos de comida (casi todo vegetariano) y de ropa. Aunque la mayoría de la gente lleva sus propios víveres.


Me resulta difícil explicar con palabras la conFusión que me ha provocado este festival. Solo puedo decir que vale mucho la pena y comprobar de que se trata en persona. Se trata de otra forma de disfrutar de un festival. Es otro forma de entender este tipo de eventos, y que nos puede hacer pensar como algunos festivales de nuestra piel de toro abusan con precios prohibitivos y deficientes organizaciones. ¡Otros festivales son posibles!

Red Retro in Berlin


Berlín, Septiembre de 2009.


La Redretro™ ha pasado en Septiembre por Berlín. De acuerdo con su carácter semi-clandestino y fugaz, la huella que han dejado es, a día de hoy, inapreciable. Su cometido: Transformar los espacios de las redes del transporte público. Cómo: por medio de la transformación semiótica de los nombres de las paradas del metro. El fin que persiguen desde esta "organización" es buscar las reacciones de los usuarios de los medios de transporte de las grandes ciudades, creando a la vez una Red de Transporte Onírico™ imaginaria que atraviese océanos y fronteras. Entre los pasajeros solo buscan hacerles reír, reflexionar o incluso la simple provocación con el significado de la misma transformación. Los ciudadanos de otras ciudades ya han sido testigos de las actuaciones de Red Retro. Es el caso de las redes de transporte público de Madrid, Valencia, Buenos Aires y México, esta última aun por actualizar en su set de Flickr.


Siguiendo la tradición Dadaísta, Redretro™ se sirve de los instrumentos propios de la sociedad de la información para llevar a cabo sus acciones. Pegatinas, fotomontajes, etc. Son las armas que utilizan con el objetivo de provocar. Provocar reacciones, del tipo que sean, en los usuarios, trabajadores, ciudadanos; los individuos que conforman nuestra sociedad globalizada y confundida por el bombardeo mediático.


Berlín ha sido una parada importante dentro de la gira internacional de Redretro™ Es la ciudad donde se consagró el movimiento anti-arte por excelencia, nacido en Zurich durante la primera mitad del siglo XX. La capital alemana acogió un Dadaísmo con un carácter de tinte más político, inclinado hacia ideologías de izquierda e incluso hacia tendencias anarquistas. Por eso las transformaciones llevadas a cabo en esta ciudad tienen un significado especial. Es una vuelta a la cuna Dadá. De hecho, una de las transformaciones tenía lugar en la parada de metro de Dahlem-Dorf. Ésta pasó a llamarse Dada-Dorf™, cuya traducción sería "Pueblo-Dada".


Estos cambios semióticos no son irreversibles. De hecho, Redretro™ usa unas pegatinas de vinilo remobible que simulan la tipografía empleada en los nombres de las paradas de metro. A veces pasan tan desapercibidas que los usuarios del transporte público ni siquiera se percatan del cambio. Pero en caso de ser sorprendidos durante las transformaciones, los Operarios de Redretro™ explican a los miembros de seguridad del metro que los vinilos se pueden quitar fácilmente. En la parada de Alexanderplaz, cuya transformación era Alexanderspass™ (Diversión Alexander), un empleado de limpieza sorprendió a los Operarios Retro en plena acción. Tras convencerle para hacer una fotografía del cambio de nombre, los propios miembros de Redretro™ retiraron los vinilos sin resistencia alguna.


Y es que estos chicos y chicas no son ni vándalos y ni violentos. Son gente con la ilusión de cambiar el mundo que nos rodea, al menos esas cosas que nos degradan como seres humanos. La injusticia, lo comercial, en definitiva la parte podrida de la humanidad. Según indican ellos mismos desde su rincones de internet, pretenden crear en las redes de transporte público, infestadas de mensajes publicitarios, en pasillos, andenes y vagones, una "ensoñación" que permita al usuario escapar por un momento de la rutina comercial que les rodea, trasladándolos a una red virtual pero durante unos instantes tangible.


La repercusión de estas acciones semióticas tuvo cierta repercusión mediática en la prensa gratuita de Madrid. En un principio, tras publicar algunas fotos enviadas por los usuarios del metro, los propios redactores no entendían que es lo que estaba sucediendo. ¿Arte callejero o gamberrismo? se preguntaban. Incluso el 14 de marzo, antes de averiguar quién estaba detrás de las modificaciones, llegan a escribir: "Una sencilla modificación perpetrada por algún usuario bromista ha convertido la estación de Metro de Ríos Rosas en la de 'Líos Rosas'..." Diez días más tarde, el 24 de marzo, 20Minutos publica un breve en portada asignando la acción a la Redretro™ y la califican como "un juego de artistas callejeros" en el que pretende rebautizar los nombres de las estación del suburbano. Dos días más tarde, la misma publicación, da a conocer una entrevista con uno de los responsables de Redretro™. Y un par de semanas más tarde continúa el seguimiento de las transformaciones que van apareciendo en el subterráneo de la capital. Junto a la información se publican resultados de las propuestas para las estaciones de Metro enviadas por los lectores, animados por el propio diario gratuito y que a juzgar por el número de propuestas publicadas, reaccionaron aportando su ingenio a la iniciativa con bastante buen humor.


Volviendo a Berlín, donde a penas ha habido alguna mención en la prensa local, hay que lamentar la ausencia de otra acción que Redretro™ pretendía llevar a cabo. Por falta de medios, y sobre todo, por la situación creada a raíz de la amenaza enviada por Alqaeda al Estado alemán, por su implicación militar en Afganistán. Los operarios de la red suburbana decidieron no llevar a cabo la intervención que tenían pensada, ya que las elecciones generales se celebraban 2 días más tarde y la situación en las estaciones del U-Bahn, muchas bajo grandes dispositivos de seguridad, era demasiado tensa como para introducir a 3 individuos vestidos con monos blancos, capucha y antifaz, para luego pasearse por el subterráneo con un equipo de sonido y una intrigante voz en off a todo volumen soltando un discurso, cuanto menos, provocador y con bastante ironía, quizá no del todo apta para los alemanes, amenazados por terroristas árabes e invitados a decidir su futuro político en un par de días.


Sin embargo Redretro™ piensa volver. Siempre se quedan ideas en el tintero y a los 3 operarios que han trabajado en Berlín les ha encandilado la ciudad, a la que describen en su blog como un lugar increíble, que "posee pasadizos subterráneos que conducen a sitios maravillosos, pero la ciudad necesitaba ciertos nodos que la conectaran con el resto del mundo, del mundo onírico y subvertido de la hiperrealidad. Preparados, listos... Dadá!"


ESTACIONES TRANSFORMADAS:

"Alt-Mariendorf" se convierte en > ALT+CTRL+PEAR™
"Kaiserdamm" se convierte en > Kaiser Dummy ™
"Kotbusser Tor" se convierte en > Koztbuser Tor ™
"Wedding" se convierte en > Weedy ™
"Paradesraße" se convierte en > Parade Love ™
"Voltraße" se convierte en > Voltaire ™
"Berlin Pank Now" se convierte en > Berlin Punk Now ™
"Karl Marx Straße" se convierte en> Groucho Marx Straße ™
"Pankstraße" se convierte en > Punkstraße ™
"Stadmitte" se convierte en > Staubmitte™
"Dalhem Dorf" se convierte en > Dada Dorf ™
"Oranienburger Tor" se convierte en > Oranieren Tor ™
"Zoologischer Garten" se convierte en > Unlogischer Garten™
"Alexandersplatz" se convierte en > Alexnderspass™


sábado, 5 de septiembre de 2009

¡GRACIAS BERNARDO!

Siempre he tenido una curiosa admiración por el mundo taurino, por las vaquillas, por el toro, ese poderoso animal, que si de mi hubiera dependido lo habría nombrado el rey de la selva. El caso es que desde crío siempre me llamó la atención este ambiente. Cuando tenía unos 5 o 6 años recuerdo que ya veía las corridas de toros por la tele y envidiaba la figura del torero, la del banderillero y la del picador. En menor medida la de los subalternos, aunque también hubiera querido ocupar su lugar. Lo que yo pretendía era estar cerca de tan majestuosos animales. Y esa gente, empezando por el matador y acabando por los mulilleros, eran los que más se aproximaban al toro y a todo su poderío. Enseguida aprendí a imitar todos los tercios del festejo y también imaginaba a la bestia corriendo y moviéndose a mi alrededor. Con esa edad no podía ni imaginarme el enorme tamaño de los morlacos, que vistos por la tele parecía que apenas llegaban a la barriga del torero. A mi familia le hacía gracia esta admiración que sentía y pensaban que igual quería ser torero. Incluso me regalaron un traje de lentejuelas, con el que me encerraba con 6 toros imaginarios en una plaza improvisada en el salón de casa. A mi me hace gracia ahora.


No recuerdo exactamente cuando vi mi primer encierro de Fiestas de Estella, pero lo que sí que recuerdo es madrugar con gusto para verlos desde el balcón de casa de mi abuela. Supongo que la mayoría de niños y niñas estellicas han sido despertados alguna vez por algún familiar para presenciar este acontecimiento que separa la noche festiva del día festivo. Así empecé yo con mi afición por la carrera matutina, hasta que poco a poco era yo el que despertaba a la familia para ver el encierro.


Luego descubrí el encierrillo y poco más tarde descubrí los encierros de Pamplona, ¡qué se podían ver por la tele! Incluso había encierros en otros pueblos y ciudades. Así que olvidé mi carrera de torero, que me parecía demasiado arriesgada, para centrarme en los encierros. Esta carrera me fascinaba, era lo que siempre había soñado. El pueblo llano podía tener su rápido encuentro con el toro. Y no solo con uno, si no que con toda la manada. Era maravilloso, 9 morlacos acompañados por cabestros, atravesando las calles de la ciudad hasta llegar a la plaza de toros. Y delante, detrás y al rededor una multitud de lo que yo consideraba valientes afortunados corriendo junto a las bestias. Les envidiaba.


Desde mi Zaragoza natal no podía compartir con mis amigos mi afición por los encierros de Estella (y Pamplona). Normal, eramos niños de 10 años y no compartían mi, puede que algo exagerada, admiración, y tras cada carrera montaba yo mi propio encierro en casa. He usado todo tipo de muñecos, peluches, clips, Yia yous... Reproducía el recorrido con las vallas de una granja de juguete que tenía mi hermana y ponía a los corredores esperando a la manada a lo largo del vallado, que conducía yo con mis propias manos.


Hace doce años, si la memoria no me falla, durante unas Fiestas de Estella, un primo de mi madre me preguntó si había corrido delante las vacas alguna vez. Yo, como chaval de 14 años, y a pesar de mi gran afición nunca había corrido a menos de 50 metros de la manada. Levanté ligeramente la cabeza y le miré con una mezcla de admiración y cierta vergüenza, a la vez que meneaba la cabeza negando. Enseguida me propuso correr con él a la mañana siguiente. Supongo que mi cara en ese momento tornó de poema melancólico, tras la primera pregunta, a canción alegre tras su propuesta. Por fin iba cumplir uno de mis sueños.


Casi todo el mundo tiene un padrino que le ha introducido en su mundo laboral o en actividades de ocio, o en ritos culturales, hábitos buenos y malos,etc. Yo puedo decir que he tenido un gran padrino en los encierros de Estella. Bernardo Lacarra. Me acuerdo perfectamente de esa primera mañana. La noche anterior me había acostado más temprano y me levanté con tiempo para desayunar y prepararme para mi cita. Pantalón blanco más o menos limpio, camiseta blanca inmaculada y la faja y el pañuelico rojos. El punto de encuentro era la calle Mayor, a la altura del Bar La Moderna, saliendo por la Calle del Comercio, junto al escaparate de la tienda de deportes. Por supuesto estaba algo nervioso, pero Bernardo enseguida me tranquilizó con sus explicaciones sobre como afrontar la carrera. A pocos minutos del cohete que marca la salida de la manada, los nervios están a flor de piel. Se respira tensión, incluso entre los veteranos, a los que mi padrino saluda cordialmente.


Recuerdo todas esas directrices antes mi primer encierro. La posición: con el brazo que sujeta el periódico detrás y el otro delante y firme, para apartar a posibles corredores rezagados. Y siempre mirando hacia delante y hacia atrás. Pero el momento crítico es esperar a la manada. Hay que controlar por donde se acerca y como viene, si junta o separada. Para eso y para aliviar los últimos nervios antes de echar a correr, se pegan esos saltos verticales en plan guerrero africano... Cuando las vacas están a unos diez metros hay que empezar a mover las piernas hasta alcanzar un ritmo algo superior al de la manada, es como bombear adrenalina directamente al corazón. Mueves las piernas cada vez más rápido hasta llegar a una especie de subidón, que se produce en el momento en que encuentras tu sitio delante de las astas y corres como el viento durante unos instantes en que no hay nada mas que tu y el animal persiguiéndote. Es lo único en que piensas, la cabeza hacia delante y hacia tras y correr, correr hasta que casi no puedas más y apartarte hacia un lado dejando sitio a otros corredores.


Es un momento indescriptible, efervescente e imprevisible. Sin embargo cuando suena el cohete empieza la adrenalina. Segundos antes de ver a la manada, visualizas la carrera perfecta. Imaginas que las vacas no irán muy deprisa para poder aguantar la carrera lo más posible. Deseas que vayan algo sueltas y que será fácil encontrar un sitio donde colocarte. Y que no habrá codazos con otros corredores, ni tropezones y por supuesto ningún otro incidente. Pero eso dura un instante. ¡Ya vienen, ya están ahí! Y tu encierro empieza.


Desde aquella mañana de agosto he procurado correr todos los encierros y encierrillos que me ha sido posible. Al principio con Bernardo, siempre en nuestro tramo de la Calle Mayor, desde la Calle Comercio hasta casi la plaza Santiago. Luego probé otros tramos, con otros corredores, compañeros y amigos. Cada uno tiene sus características y hemos compartido grandes momentos. Pero el recorrido que me dio a conocer mi padrino taurino es especial. Apenas corre gente y estás prácticamente tu solo con los animales. Lo que siempre había querido. Por no comentar que los balcones de casa Albizu dan a ese mismo tramo.


Ahora, estando lejos de la tierra, aún recuerdo con más cariño y nostalgia los encierros de Estella. Desde la lejanía tengo la duda y las ganas de poder aparecer el viernes anterior al primer fin de semana de agosto en Tierra Estella. Las fiestas son un compendio de actividades, personas queridas y momentos de alegría, pero las carreras delante de las vacas son una de las citas que no se pueden dejar pasar, sobre todo una vez que se ha sentido esa indescriptible sensación.

miércoles, 3 de junio de 2009

NOS VEMOS EN BERLIN


14 de Abril de 2009.
Nada más llegar al patio interior donde se encuentra la sala Clash de Berlín me cruzo con tres grupos de personas. Todos españoles. Cual mi sorpresa, al sentarme en un murete cercano a la puerta del local, cuando oigo hablar al tercer grupo, en este caso seis o siete chavales jóvenes, en un fluidísimo euskera. Es de lo poco que faltaba por escuchar en esta ciudad. Aunque teniendo en cuenta que todos estamos ahí para ver actuar a Soziedad Alkoholika, no me pareció tan raro. El caso es que me llamó la atención recordar lo increíblemente distinto que suena este el vascuence del castellano y a pesar de no entender nada me quedé escuchándoles mientras bebía de mi cerveza. Siempre me ha echo gracia como lo poco que se puede entender de la conversación de una cuadrilla de vascos son las palabrotas en castellano y alguna otra coletilla, en plan Bueno o algo así.
El concierto, programado para las 21 horas, tenía prevista la actuación del grupo berlinés Blitztraktor, que no empezó hasta las 22,15. Media hora antes, mi cerveza se había acabado y entré al local para comprar la entrada y tantear el ambiente. Pagué 10 euros y la encargada me dijo que aún tardaría en empezar el concierto un rato. Me pusieron el sello, del cual y a pesar de haber pasado por la ducha un par de veces, aún tengo restos dos días después.


Volví a salir para comprar otra cerveza barata en una tienda cercana. Cuando volví al murete con mi botella llena me encontré con otro grupo de españoles. Esta vez sí que entendía lo que hablaban. Comentaban anécdotas varias con la policía en España y sobre sus experiencias en Alemania. Parecía que no se conocían todos entre sí, pero hacían piña. Tras un rato poniendo la oreja, uno de los chicos me preguntó si estaba solo y me invitó a acercarme al grupo, a lo que accedí gustoso.


Tras constatar que este mundo es un pañuelo (el chico que me preguntó si estaba solo, conocía al hermano de Berta, mi jefa en Berlín) y escuchar desde fuera como los teloneros ya habían empezado, decidimos entrar al concierto. La sala estaba ya bastante llena, pero frente al escenario se guardaba, la bautizada por mi como, Distancia Alemana. No podía creerlo, como en un concierto de Punk, con la sala bastante llena se mantuviese esa estúpida distancia entre público y escenario. Aproveché el hueco para hacer unas fotos. El cantánte, descendiente directo de Satanás, era una mezcla del cantante de Prodigy, Keith Flint, y del de Green Day, Billie J. Armstrong. A penas vi la mitad de su repertorio, pero no sonaban del todo mal. Cuando terminaron, los técnicos invadieron rápidamente el escenario y montaron el equipo del grupo español antes de hacer la última prueba de sonido con cada instrumento y micrófono. La Distancia Alemana empezó a desaparecer con la llegada de los fieles de S.A. que habían apurado fuera del local sus cervezas previas al concierto. Todo está listo y Soziedad Alkoholika aparece en el escenario, con su vocalista Juan presentándose y saludando al público en un alemán de lo más decente.


Para este momento, el cantante de los teloneros ya estaba en primera fila con el resto de incondicionales del grupo vasco. El concierto no defraudó a ninguno de los presentes. Todo fue rodado y los saltos y empujoes de las primeras filas no dejaron de ir en aumento conforme pasaban las canciones. El escenario no era muy grande y la sala tampoco, por lo que la euforia de público y músicos hacían del lugar una holla a punto de estallar. Estos conciertos en salas pequeñas, en los que la banda está tan cerca de los parroquianos, te ponen los pelos de punta y la carne de gallina. Es un tópico, pero es verdad. Son especiales, tanto para los asistentes como para los músicos. Es como el teatro, donde los actores perciben perfectamente las reacciones de los espectadores ante la obra. Hay una conexión directa. Y tan directa, pues uno de los chavales más alterados de la primera fila movió varias veces, impulsado por la maravunta a sus espaldas, los altavoces que se ponen al principio del escenario para que se escuchen los propios músicos. Menos lágrimas hubo de todo. Poca sangre y mucho sudor. La sangre fue de otro energúmeno al que seguro que su madre le advirtió antes de ponerse el pendiente en la ceja.

-Hijo mío, que como alguien te enganche de ahí...

Y como las madres siempre tienen razón, en el concierto de Soziedad Alkoholika, el susodicho se enganchó de algo o de alguien y a tomar por culo pendiente. El sudor ya se puede imaginar cada uno de donde viene, de partes varias....


El resto os lo podéis imaginar los que hayáis estado en un concierto de Punk. Y los que no hayas estado en ninguno ya tardáis en ir al siguiente que haya en vuestra ciudad, pueblo o aldea. Que esta música llega a todas partes.


Solo me faltó la peña de Estella, pero estando en la capital de Alemania era demasiado pedir... Cervezas y porros!!!

CUIDADO CON EL FEISBUK



Hay una amiga mía a la que su madre le espía el Feisbuk. Pero mi amiga está tranquila porque su madre dice que no entiende nada de lo que ponen ella y sus amigos y amigas. Que dice que usan un idioma extraño. Esto, o bien hace sospechar más a una madre o por el contrario le hace pensar que su hija y sus contactos no tienen remedio alguno y que nunca serán capaces de comunicarse de forma seria.

Yo no estaría tan tranquilo. Pero yo soy yo y mis circunstancias, que decía uno de mi pueblo... el caso es que ya he tenido el dilema de aceptar o no aceptar a algunos familiares que me solicitan ser aceptados como ciberamigos. Y cuando hablo de familiares no hablo de primos o hermanos, que todos sabemos como las gastamos.

Pero mi experiencia me dice que con el feisbuk este hay que marcarse unos límites, porque si no la cosa se te puede ir de las manos sin darte ni cuenta.

Yo entré en esta llamada Red Social a través de un colega norteamericano que conocí en mi año de Erasmus. Me pareció una buena forma de compartir fotos y estar comunicados. Cual mi sorpresa cuando te empieza a agregar gente que ni te acordabas que existía (exajerando un poco) y para colmo te etiquetan en fotos de hace años y en las que llevabas unas cogorzas que no te reconocería ni tu madre, por mucho que espíe.

Cuando empecé en esto, como digo, me marqué dos límites. El primero, después de ver a la velocidad que la gente te agrega a sus contactos, fue el de no buscar a nadie en esta red. Que si eso ya me encontrarán los que quieran, que a los que quiero yo ya me encargo de tenerlos informados de mis avatares. El segundo fue no aceptar a ningún familiar mayor de 35 años y susceptible de escandalizarse y perder la buena imagen que de mí tenían debido a fotos, comentarios, etc. que aparecen en tu perfil, en tu muro o en cualquier otra parte.

De momento me esta yendo, creo, que bastante bien. Aunque me inquieta el tema de que los propietarios de esta web se reserven los derechos de imágenes, comentarios y notas que cada uno publicamos. Soy novato en esto de las nuevas tecnologías, lo reconozco. Igual es por eso que ni entiendo ni me fío mucho de hacer públicos aspectos, digamos, algo íntimos de tu vida. Y lo lógico sería pensar, pues allá cada uno con lo que publique... Pero no. Y si algún colega cabrón cuelga una foto tuya besándote con la que no es tu novia, o como ya he dicho, te cuelgan en una foto en un estado etílico bochornoso y la ve gente que no tiene por qué saber de tus salidas nocturnas. O mensajes que te dejan en tu muro y cualquiera puede leer. En fin, no sé si es que a lo mejor he agregado a demasiada gente sin pensar en las consecuencias.

Hace poco me dijo un conocido, cara a cara, eh. Nada de por internet... que había ido a una entrevista de trabajo y después de las típicas preguntas le pusieron un ordenador delante y le dijeron: Venga, ahora ábrenos tu página de Feisbuk. Jódete y baila Manolito. Yo me hubiera puesto cuanto menos nervioso. Pero claro, no puedes decir que no tienes, porque si pones en Google tu nombre y coincide (como es lo normal) con tu nombre en dicha página, te sale que apareces en el dichos Feisbuk. Y los cabrones de la entrevista lo saben de antemano. Imagínate a donde vamos a parar... no se que es peor, que tu madre te espíe o que lo hagan en tu trabajo. La historia es que nunca sabes que te puede pasar si confías tu vida, o parte de ella, a un ordenador conectado a la red de redes. Suerte y a seguir jugando.

martes, 2 de junio de 2009

BOB MARLEY LIVED UP


Cuando los vivos viven y recuerdan la obra de los muertos hay ocasiones en las que puede llegar a ser apoteósico, por usar un gran adjetivo. No, en serio, acabo de ver a leyenda viva enfrente de mi cara. Gente, músicos, que han creado un estilo a lo largo de sus carreras. Jamaicanos que han escrito un pequeño gran capítulo de la historia de la música moderna. No sé si me atrevo a llamarles guerreros, pero casi. Son soldados búfalo, rastafaris, fieles a su filosofía y convencidos de la buena intención de su obra. Canciones y ritmos que han conquistado el mundo desde su pequeña isla caribeña. Parece la utópica revolución pacífica, sin muertes violentas, solo víctimas del sonido reggae.


No puedo atreverme a aceptar que he sido testigo de esta historia que estoy describiendo. Sin ser increíble del todo, ha sido un espectáculo intencionadamente agradable. Cuesta imaginarse a los 8 protagonistas del escenario antes de comenzar el concierto, programado a las 22horas, pero que ha comenzado pasadas las doce y cuarto de la noche. Han ido llegando con cuenta gotas al camerino, cuidadosamente surtido de abundante comida y variadas bebidas. Los primeros en llegar, Tony Chin, voz y guitarrista rítmico y Fully Fullwood, bajo. Ambos de cierta edad, han sido los 2 únicos que habían colaborado con las leyendas Peter Tosh y Bob Marley. Concretamente, Fully tocó el bajo para Bob Marley, Peter Tosh, U-Roy, Mighty Diamonds y Ken Booth. Tony colaboró con Marley y Soul Syndicate. Solo estaba yo en el camerino cuando entraron. Uno de ellos, Fully, algo grueso y vestido como un currela de barrio (con chaqueta de cuero, camisa vieja de cuadros y pantalones de pana oscuros) ha ido directo a por una gran botella de vino tinto. Mientras, Tony Chin, portando una pequeña funda con su guitarra y con una vestimenta más juvenil (gorra rastafari, chaqueta blanca de capucha y vaqueros de marca), se ha dejado caer sobre uno de los sofás. Fully, el del vino, señalandome con la botella y como pidiéndome permiso para abrirla, se ha presentado: “I just want some wine, I want to get drunk! Hi, I´m Fully and he is Toni Chin“ *(Solo quiero un poco de vino, me quiero emborrachar. Hola, yo soy Fully y él es Toni Chin), refiriéndose al que estaba en el sofá.


Les he estrechado las manos y me he presentado como fotografo, que era como me había acreditado para colarme en esa pequeña Jamaica Berlinesa que es el YAAM. A lo que Fully, agitando en círculo su vaso de vino, ha respondido: “Aha, photographer... And are´ya gonna make many pictures tonight?“ Por supuesto, siendo una especie de infiltrado, uno se siente algo extraño y como fotógrafo enseguida se nota la disponibilidad de los que han de ser fotografiados. Ni hablar de presentarme como periodista....


En este caso, y conforme iban apareciendo el resto de componentes del grupo, se notaba que no estaban para muchas historias. Y menos con un blanco desconocido. Sin embargo, ahí estaba yo. Como un sofá más o una de las botellas del cátering, quieto y callado. Observandoles. Para colmo, después de volver del baño, el percusionista, Claudio Peppe, un jamaicano enorme, había tirado mi botellín de cerveza accidentalmente. Justo cuando estaba limpiando el desaguisado aparezco yo y le pregunto, qué si eso que estaba limpiando eran los restos de mi cerveza. Sin apenas inmutarse y con cara de pocos amigos, el grandullón, con una mirada de hielo, me dio a entender que así era. Ahí me di cuenta que podía ir olvidándome de que todos posaran para mi cámara antes de salir a tocar.


El otro bajista, Vince Black, vestido todo de negro y con un gorro en que se escondían unas enormes rastas que llegaban casi hasta el suelo, deambuló por el camerino como maraeado hasta sentarse frente a una pared. Se quedó inmovil un buen rato, con los brazos apoyados sobre las piernas. Y ahí permaneció sufriendo en silencio, sin apenas moverse hasta que el Tony, que estaba hablando amistosamente con la encargada del Backstage, dejó libre uno de los sofás. En ese momento,Vince se tiró largo en el sofá, buscando una posición lo más horizontal posible y quejándose de su malestar, cuando era espetado por algún miembro de la banda.

Todos parecían estar concentrándose. A Tony, el guitarrista de aspecto juvenil, que se sentó a mi lado poco antes de que empezara el concierto, puede arrancarle una par palabras. Me contó que llevaban más de 3 semanas de gira por Europa. En Alemania habían tocado en varias ciudades, viajando todos en una furgoneta. Al día siguiente tocaban en Hamburgo y el domingo acababan la gira en París. Me dijo que hasta la capital francesa viajarían en tren y me confesó que sería la primera vez que utilizaba ese medio de transporte en Europa. Le pregunté por su relación con Tosh y Marley. Señalando a Fully, el bajista bonachón, me dijo que ellos dos habían tocado con los dos genios del Reggae, pero que entonces no tenía la experiencia suficiente. Sobre Bob me confesó que era muy perfeccionista y que se habían peleado varias veces antes de llegar a ser amigos. “Fight, fight!!! Me and Bob, we fight, fight“ me decía mientras golpeaba el aire con los puños cerrados. El resto de la banda permanecían en silencio, excepto el percusionista, Claudio Peppe, que charlaba en el sofá del fondo de la habitación, entre carcajadas con el batrería Karl Wright, que para completar el cartel de grandes del reggae, ha colaborado con Gregory Isaacs entre otros.


Fully, con el vaso de vino ya vacío, tenía un walkitalki a través del cual se comunicaba con alguien que estaba en el escenario. A las doce en punto, una voz saliendo del walkitalki les pidió que salieran a tocar ya. En ese momento, Fully dijo algo en un indescifrable inglés jamaicano, todos se activaron, se levantaron y comenzaron a servirse comida y bebidas de las mesas que les habían preparado. El cantante, Donovan Carless, un hombre mayor,alto y de rostro muy menudo, incluso pidió un té. Otros fueron al servicio. De repente todo el camerino se había activado, como un torbellino rastaffari. El caso es que unos 15 o 20 minutos después del aviso todos abandonaron el camerino, donde volví a quedarme solo. La encargada me pidió que no dejara entrar a nadie, que ahora volvía. Así lo hice y cuando volvió me fui a ver el concierto.


Entré en la sala cuando empezaban a sonar los primeros compases del primer tema. Armado con mi cámara al cuello y con una cerveza, que previamente me había procurado en el camerino, avancé por un lateral hasta la primera fila, donde me encontré la típica distancia alemana, de metro y medio, entre el escenario y el público. Aprovechando ese espacio, que suele durar durante las 3 o 4 primeras canciones del concierto, comencé a disparar y probar las opciones de luz de las que iba a disponer, teniendo en cuenta que mi flash solo lo debía usar rebotandolo contra el techo, para no molestar a los músicos. Las opciones de luz, se reducían a los cuatro focos de escasas luces rojas y amarillas, que iluminaban el centro del escenario y al impredecible funcionamiento de mi flash. A parir de aquí fueron unas dos horas y media de Reggae, buscando la foto, cantando los clásicos del genero, bailando, bebiendo y en definitiva, disfrutando de un concierto de mucha calidad.


La banda, compuesta por un solista, batería, percusionista, dos bajos, guitarrista, teclista con efectos y uno con uno de esos teclados que se cuelgan en plan guitarra, se presentó al público poco antes de acabar el recital. Fue en esa presentación cuando establecieron las relaciones de unos y otros con Marley, Tosh, los Wailers y compañía. También tocaron varios temas propios, después de haber repasado gran parte del repertorio de Tosh y Marley. Tras la última canción solo concedieron un bis y tras ponerse en fila frente al público,para despedirse y agradecer la presencia del público, abandonaron el escenario, sin opción a otro bis.


Luego volví al camerino, donde algo eufórico por las cervezas y los fumables, escribí unas lineas: ...todos parecen más relajados, incluso el bajista grandullón que antes parecía estar mareadísimo. Van entrando, respirando su gloria. Es ahí cuando puedo retratar a algunos de ellos y felicitarles por el concierto. Ahora se muestran mucho más amables. Con Jawge Hughes, teclados y voces, que también cantó algunas canciones con ritmos más rápidos, incluso intercambiamos la dirección de correo. Dentro de ese efímero momento de armonía rastafari, solo desentona, el mánager alemán y su colega, dos horteras insoportables. Les hago también un par de fotos, en las que salen con un aspecto bastante homosexual y empalagoso. Los jamaicanos se han ido y ya solo estoy yo con los dos horteras. Misión cumplida, conciertazo de gratis, fotos y algún retrato interesante, y para rematar ligo con una alemana de rastas cortas y rubias.



VIERNES, 13 DE MARZO DE 2009

22:00 TOSH MEETS MARLEY CONCERT @ VINTAGE NIGHT


  • Fully Fullwood (Peter Tosh bassist + Bass for Bob Marley, U-Roy, Mighty Diamonds, Ken Booth)
  • Tony Chin - vocals/rhythm guitar - (Bob Marley & Soul Syndicate )
  • Donovan Carless -lead vocals- (Soul Syndicate Band)
  • Vince Black -lead guitar- (Black Uhuru, Dennis Brown, Wailing Souls + more)
  • Jawge Hughes -vocals/keyboards - (Joe Higgs, Freddie McGregor + more)
  • Claudio Peppe vocals/percussion- (Junior Marvin Band, Wailers Band, Djambi+ more)
  • Karl Wright - vocals/ drums - (Maxi Priest, Gregory Isaacs, Marcia Griffiths +more

Fotos a La Ventana


Fotos desde una ventana a La Ventana. Así podría resumir o incluso titular la experiencia que viví el 13 de junio de 2008. Era viernes y hacía calor. A las tres del medio día debía estar desalojado, por motivos de seguridad, todo el recinto de la Exposición Internacional del Agua. Al día siguiente se abrían en Zaragoza las puertas de la Expo 2008. Yo trabajaba en el departamento de comunicación del Pabellón de España y a las dos de la tarde, los empleados de seguridad, nos recomendaron abandonar el lugar. Que te manden a casa a mitad de tu jornada laboral es motivo de alegría para cualquiera. Sin embargo yo tenía una especie de misión que cumplir. Sabía que esa tarde se abría una ventana muy especial en Zaragoza. Concretamente en algún punto del meandro de Ranillas, cubierto recientemente de cemento y arquitectura extrema.
Tras algunas llamadas supe que estaba previsto abrir la Ventana desde alguna de las numerosas terrazas que adornaban los edificios y pabellones de la Expo. Aquello iba a ser como encontrar una aguja en un pajar. Varias decenas de terrazas y muchas preparadas para emitir programas de Radio y TV. Claro, al día siguiente se inaguraba la dichosa Expo, que era el acontecimiento del fin de semana. Por suerte para mis sofocada búsqueda de la terraza correcta, y a pesar del solazo veraniego de Zaragoza, ese día soplaba el cierzo. Y vaya si soplaba. Resulta que cuando encontré la supuesta terraza, desde donde mi admirada Genma iba a abrir su Ventana, el cierzo soplaba demasiado fuerte, un técnico que pasaba por ahí me dijo habían decidido no emitir el programa desde la azotea a causa del viento. Por eso, la búsqueda continuaba, debía seguir buscando el lugar donde se iba a abrir La Ventana, sin ser descubierto por las patrullas de Policía Nacional y de Seguridad Privada que recorrían el, supuestamente desalojado, meandro de Ranillas.
Eran ya más de las tres del medio día, hora en la que no debería quedar ninguna persona no autorizada dentro de la Expo. Yo, a pesar de tener mi acreditación, no estaba autorizado para estar allí en ese momento, pero sabía que La Ventana se abriría en menos de tres cuartos de hora desde un pequeño estudio de radio situado en el Pabellón de Zaragoza. Esa era, al menos, la última información que había conseguido. Tras jugar mi ultimo cartucho complacido y no poder asegurarme la asistencia, el programa estaba a punto de comenzar, debo esperar fuera. Conecto mis auriculares. sintonizo la frecuencia 93.5 de la FM en mi nuevo móvil de empresa y espero a que aparezca alguien detrás de la catenaria que impide el acceso al pabellón de Zaragoza.
Por fin nuevas noticas. Con suerte podré estar un rato mirando cuando se despeje, me dice una chica de producción. Hay mucha gente y es un estudio muy pequeñito, me dice amablemente. Yo, en un intento por dar cierta lástima, le suelto el rollo de la devoción profesional y admiración que siento por Genma, y que era una plumilla, un currela más del pabellón de enfrente (literalmente hablando). Mi única intención era la de ver en directo como se abre esa Ventana por la que me asomo a diario, como tantos otros "oyentes". Término al que le tengo mucho apercio. Me encantaría ser un "oyente" de esos, como nos llama Genma y por fin, poder mirar por una pequeña ventana y ver, además de oír, lo que pasa en La Ventana. Después del boletín de las cinco escucho a Fernando Delgado, mientras espero apoyado a una barandilla frente a la entrada del pabellón local, dejando que se caliente mi cara con el calor del sol. Al rato aparece de nuevo la chica de producción para decirme que igual hay que esperar un poco más.
Me acerco a la catenaria a escuchar sus palabras. Yo, como buen periodista novato y fanático de la Ventana, estaba dispuesto a esperar lo que fuera necesario. Le doy las gracias y pienso que escucharé la segunda hora de Ventana tomando el sol. Cuando tornaba mis pasos de vuelta a la soleada barandilla, Patxi Mangado, invitado al progarma, cruzó la escena como un rayo. Al llegar al umbral de la puerta del pabellón se giró, vino hacia mí como dudando y me preguntó: ¿Tú eres del equipo de Pedro (Molina, mi jefe en ese momento), no?. Yo, incrédulo, respondí afirmativamente con un tímido: Sí, sí. Patxi es el arquitecto del Pabellón de España y nos habíamos cruzado varias veces. Incluso le había hecho una entrevista hacía algo más de un més. Vaya que le tenía que sonar mi cara por una cosa o por otra. Me faltó tiempo para estrechar lazos con tan ilustre invitado, haciéndole saber que mi madre y él eran paisanos de Estella. Este comentario le sorprendió y le agradó a la vez, o por lo menos esa fue la impresión que me dio. Vaya, que si para colarme en La Ventana debía dejar de ser medio maño y medio estellica y ser el más estellica del la Expo, exceptuando a don Patxi Mangado, estellica éste sin igual, pues ahí estaba yo. Mangado me dió un abrazo cuando terminó de reconocerme y yo intenté entrar con él. De echo fue el quien le comentó algo a la amable chica de producción. Creo que fué así como conseguí colarme y poder sacar a través de no una, sino dos ventanas, las fotos que tanto quería sacar de la Ventana.
Es emocionante ver como se hace un programa de radio que escuchas a diario. La comunicación silenciosa, a través de gestos y miradas que fluye entre el control de sonido y la presentadora. El lenguaje corporal de ésta al entrevistar a los invitados. La cara de algunos entrevistados menos acostumbrados a atender a los medios de comunicación, al ver en marcha semejante despliegue. Los colaboradores esperando para intervenir en su espacio. Descubrir todas esas cosas que al ser solo un "oyente" te tienes que imaginar. Parece que se pierda la magia de la radio, pero me encantó hacerlo. Fue como un subidón constante. Un cosquilleo recorría mi cuerpo desde los pies hasta la cabeza. Desde hacía tiempo, años, quería ver a Genma Nierga en acción. Gracias. Muchas gracias, a Patxi Mangado, a la chica de producción de cuyo nombre no puedo acordarme, a Placido y a Genma. De verdad, os lo agradezco mucho.
El estudio era realmente pequeño. Yo estaba detras de una ventana que daba al control de sonido, desde donde se veía el estudio a través de otro ventanal, intentando sacar fotos evitando el doble reflejo de tanta ventana. A mi lado había una chica joven con coletas. Me presenté y le ofrecí un auricular para que pudiera escuchar el programa. Aceptó y me dijo que la iban a entrevistar en un rato. Le pregunté el motivo y me contó que estudiaba interpretación y que su trabajo ese verano era meterse en el disfraz de Flubi, la mascota de la Expo, que se supone, representa una gota de agua. Reconoció estar algo nerviosa. Yo la envidiaba y se lo hice saber. Luego apareció un grupo de niños. Y pensé: ¡Bien, vuelve la Tertulia de Niños! Aunque parecían la típica excursión escolar, de esas que invaden cualquier museo o granja escuela con gritos, carcajadas y persecuciones varias, pero en seguida, creo que fue la chica de producción, les advirtieron que debían esperar en silencio y tranquilitos. Eran un coro y tenían previsto cantar en el programa la canción de Bob Dylan que Amaral había versionado como himno de la Expo. Reconozco que cuando la cantaron se me puso la piel de gallina.
La tercera hora de programa comenzó en la azotea, que la verdad, puestos a abrir una Ventana en Zaragoza, desde ahí arriba había unas vistas bastante más espectaculares. El Ebro bajando crecido, al fondo se levantaba la imponente estación Delicias, también se divisaba el, llamado cariñosamente por los obreros, Puente de la Mora o Pabellón Puente, y el resto de edificios emblemáticos de la muestra. Ahí arriba, a pesar de haber dado una pequeña tregua para abrir la ventana unos instantes, el cierzo seguía soplando. Tras la intervención de Jauma Figueras y la entrevista con el director del Circo du Solei, encargado de El Despertar de la Serpiente (un desfile diario durante la Expo), todo el equipo volvió a trasladarse al pequeño estudio del principio. Era demasiada jeta intentar de nuevo colarme en el pabellón de Zaragoza para ver la última media hora. Sin embargo no pude resistirme a preguntarlo, pero nada. Ya había tenido suficiente subidón, había disfrutado de lo lindo. Eran más de las seis y media de la tarde y no había comido nada todavía. Salí orgulloso de la Expo y me dirigí a casa de un colega que vive a lado del meandro. Llamé al timbre del portal con un litro de Ambar, para celebrar mi conquista, y le pedí que me diera algo de comer y de fumar, por favor. A lo que me respondió, anda sube, canalla.