miércoles, 3 de junio de 2009

NOS VEMOS EN BERLIN


14 de Abril de 2009.
Nada más llegar al patio interior donde se encuentra la sala Clash de Berlín me cruzo con tres grupos de personas. Todos españoles. Cual mi sorpresa, al sentarme en un murete cercano a la puerta del local, cuando oigo hablar al tercer grupo, en este caso seis o siete chavales jóvenes, en un fluidísimo euskera. Es de lo poco que faltaba por escuchar en esta ciudad. Aunque teniendo en cuenta que todos estamos ahí para ver actuar a Soziedad Alkoholika, no me pareció tan raro. El caso es que me llamó la atención recordar lo increíblemente distinto que suena este el vascuence del castellano y a pesar de no entender nada me quedé escuchándoles mientras bebía de mi cerveza. Siempre me ha echo gracia como lo poco que se puede entender de la conversación de una cuadrilla de vascos son las palabrotas en castellano y alguna otra coletilla, en plan Bueno o algo así.
El concierto, programado para las 21 horas, tenía prevista la actuación del grupo berlinés Blitztraktor, que no empezó hasta las 22,15. Media hora antes, mi cerveza se había acabado y entré al local para comprar la entrada y tantear el ambiente. Pagué 10 euros y la encargada me dijo que aún tardaría en empezar el concierto un rato. Me pusieron el sello, del cual y a pesar de haber pasado por la ducha un par de veces, aún tengo restos dos días después.


Volví a salir para comprar otra cerveza barata en una tienda cercana. Cuando volví al murete con mi botella llena me encontré con otro grupo de españoles. Esta vez sí que entendía lo que hablaban. Comentaban anécdotas varias con la policía en España y sobre sus experiencias en Alemania. Parecía que no se conocían todos entre sí, pero hacían piña. Tras un rato poniendo la oreja, uno de los chicos me preguntó si estaba solo y me invitó a acercarme al grupo, a lo que accedí gustoso.


Tras constatar que este mundo es un pañuelo (el chico que me preguntó si estaba solo, conocía al hermano de Berta, mi jefa en Berlín) y escuchar desde fuera como los teloneros ya habían empezado, decidimos entrar al concierto. La sala estaba ya bastante llena, pero frente al escenario se guardaba, la bautizada por mi como, Distancia Alemana. No podía creerlo, como en un concierto de Punk, con la sala bastante llena se mantuviese esa estúpida distancia entre público y escenario. Aproveché el hueco para hacer unas fotos. El cantánte, descendiente directo de Satanás, era una mezcla del cantante de Prodigy, Keith Flint, y del de Green Day, Billie J. Armstrong. A penas vi la mitad de su repertorio, pero no sonaban del todo mal. Cuando terminaron, los técnicos invadieron rápidamente el escenario y montaron el equipo del grupo español antes de hacer la última prueba de sonido con cada instrumento y micrófono. La Distancia Alemana empezó a desaparecer con la llegada de los fieles de S.A. que habían apurado fuera del local sus cervezas previas al concierto. Todo está listo y Soziedad Alkoholika aparece en el escenario, con su vocalista Juan presentándose y saludando al público en un alemán de lo más decente.


Para este momento, el cantante de los teloneros ya estaba en primera fila con el resto de incondicionales del grupo vasco. El concierto no defraudó a ninguno de los presentes. Todo fue rodado y los saltos y empujoes de las primeras filas no dejaron de ir en aumento conforme pasaban las canciones. El escenario no era muy grande y la sala tampoco, por lo que la euforia de público y músicos hacían del lugar una holla a punto de estallar. Estos conciertos en salas pequeñas, en los que la banda está tan cerca de los parroquianos, te ponen los pelos de punta y la carne de gallina. Es un tópico, pero es verdad. Son especiales, tanto para los asistentes como para los músicos. Es como el teatro, donde los actores perciben perfectamente las reacciones de los espectadores ante la obra. Hay una conexión directa. Y tan directa, pues uno de los chavales más alterados de la primera fila movió varias veces, impulsado por la maravunta a sus espaldas, los altavoces que se ponen al principio del escenario para que se escuchen los propios músicos. Menos lágrimas hubo de todo. Poca sangre y mucho sudor. La sangre fue de otro energúmeno al que seguro que su madre le advirtió antes de ponerse el pendiente en la ceja.

-Hijo mío, que como alguien te enganche de ahí...

Y como las madres siempre tienen razón, en el concierto de Soziedad Alkoholika, el susodicho se enganchó de algo o de alguien y a tomar por culo pendiente. El sudor ya se puede imaginar cada uno de donde viene, de partes varias....


El resto os lo podéis imaginar los que hayáis estado en un concierto de Punk. Y los que no hayas estado en ninguno ya tardáis en ir al siguiente que haya en vuestra ciudad, pueblo o aldea. Que esta música llega a todas partes.


Solo me faltó la peña de Estella, pero estando en la capital de Alemania era demasiado pedir... Cervezas y porros!!!

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